MITOS O LEYENDAS
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LA LEYENDA
DEL VIEJO ALGARROBO
El viejo
algarrobo también es protagonista de leyendas de los indígenas de la región,
que podrán
ser de sumo interés para los chicos, lo que hace de esta y de otras historias
que puedan escuchar en su viaje por el Norte un contacto directo con
culturas ancestrales que son parte
fundacional de las poblaciones originarias de estas tierras.
El algarrobo
puede vincularse con la vida y la fertilidad más que con la guerra. Este es el
caso de la leyenda del algarrobo:
Era en
tiempos de los Incas.
Los quichuas
adoraban con las principales honras a Viracocha, señor supremo del reino.
También adoraban a Inti, a las estrellas, al trueno y a la tierra.
Levantaban en
su honor altares o monumentos a lo largo de los caminos. Allí se detenía el
indio a orar, a encomendarse a la Pachamama. Pero llegó un tiempo de gran
abundancia en que los campos sembrados de maíz eran vergeles maravillosos que
daban copiosa cosecha, la tierra se prodigaba con exuberancia y la ociosidad
fue apoderándose de ese pueblo laborioso que, olvidando sus obligaciones,
abandonó poco a poco el trabajo para dedicarse a la holganza y al vicio.
Llegó la
época en que se hacía imprescindible sembrar si se pretendía cosechar, pero
nadie pensaba en ello. Inti, entonces,
al comprobar que el pueblo desagradecido olvidaba los favores brindados por la
Pachamama, queriendo darles su merecido, resolvió castigarlos. La tierra se
endureció, las plantas perdieron sus hojas verdes y sus flores, los tallos se
doblaron y los troncos y las ramas de los árboles, fueron desapareciendo
trayendo hambre y pena.
Una mujer
pidió perdón por todos los excesos de su pueblo y sedienta y moribunda, cayó
frente a un árbol en apariencia muerto.
Levantó
entonces sus ojos hacia las ramas que parecían secas, y tal como le fue
anunciado por los dioses, las vainas doradas se ofrecían a su desesperación
como una esperanza de vida.
Cambió en un
instante su estado de ánimo dándole fuerzas extraordinarias. Se levantó ansiosa
y cortó... cortó los frutos generosos hasta que entre sus brazos no cupieron
más.
Entonces
corrió al pueblo, hizo conocer la nueva y todos se lanzaron a buscar las
milagrosas vainas color castaño, mientras ella repartía entre sus hijos el
tesoro que encerraban sus brazos de madre y que le había concedido la
Pachamama.
El pueblo
volvió a la vida y veneró desde entonces al "Árbol Sagrado" que fue
su salvación y que ha partir de ese día les brinda pan y bebida que ellos
reciben como un don.
Ese árbol
venerado es el algarrobo, que tiene la virtud, además de las nombradas, de ser,
en tiempos grandes sequías, el único alimento de los animales.
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